«Frankenstein» de Mary Shelley: Un clásico que me encanta

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No me he podido resistir a esta edición de «Frankenstein» de la editorial Austral

Leí por primera vez “Frankenstein” de Mary Shelley cuando era muy joven y, automáticamente, se convirtió en uno de mis clásicos preferidos. Su estética con tintes de terror, la originalidad de la trama y la profundidad de los temas tratados me enamoraron ya con aquella primera lectura y, aunque tenía un ejemplar de este libro, por fin me he hecho con una preciosa edición en pasta dura de esta inmortal obra. Ahora toca crear mi propia criatura a modo de reseña, ya que nunca he analizado este libro en mi blog.

Sobre la historia de “Frankenstein” no creo que deba decir mucho porque es universalmente conocida y, hayas o no leído el libro, seguro que ya sabes de sobra de qué trata. Por eso me limitaré a hacer una brevísima sinopsis: Mary Shelley nos transporta a la Ginebra del siglo XVIII para traernos el relato que Víctor Frankenstein cuenta sobre cómo creó una criatura en su febril obsesión por generar vida y hacer frente a la muerte de una manera definitiva pero, poco después de lograr su propósito, se arrepiente al comprender lo horrible de sus actos, abandonando a su suerte a la criatura salida de sus desvelos. Pasan lo años y Víctor casi olvida su terrible error hasta que la propia criatura vuelve a encontrarle dejando a su paso un rastro de muerte y venganza, para contarle cómo sobrevivió sin amor ni compasión por parte de nadie, ni siquiera de aquellos a los que llegó a amar. La criatura acaba pidiendo justicia a su hacedor con una espeluznante exigencia. Y hasta aquí la sinopsis.

Y es que, más importante incluso que la propia historia, es todo lo que subyace en ella (que no es poco). Shelley toca temas profundos como lo inmoral de jugar a ser un dios, o llegar más lejos de lo que el hombre ha llegado nunca adentrándose en el terreno de la muerte. Además, la autora ahonda en una de las teorías tratadas por las ideas de la  ilustración que afirma que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad quien lo corrompe. Pues bien, la criatura muestra una natural predisposición a amar, respetar y disfrutar de su entorno y las personas a las que vigila desde su escondite, o las que encuentra en el camino, pero en el momento que intenta interactuar con ellas y recibe todo su desprecio y violencia, empieza a inclinarse por el mal y la venganza. Este ser ni siquiera tiene nombre y ya se sabe que lo que no tiene nombre es como si no existiera, algo que anhela la criatura con toda su alma: existir para los demás, ser querido aunque sea por un solo ser vivo, para lograr la paz que nunca ha conocido. La creación de Frankenstein pasa en poco tiempo por todas las etapas del ser humano: empieza a percibir su entorno torpemente, aprende a alimentarse y controlar los elementos como el fuego, luego comienza a familiarizarse con el lenguaje y acaba entendiendo incluso las nociones más abstractas. Con el tiempo, también empieza a plantearse su propia existencia y siente la necesidad de encontrarse con su hacedor para comprender su abandono y rendirle cuentas.

También me parece muy interesante el hecho de que el relato ofrezca el punto de vista de ambos protagonistas. Así, el lector asiste al fervor e ilusión de Frankenstein para luego angustiarse con su horror ante su creación y sus fatales consecuencias, arrastrando el resto de su vida su arrepentimiento y el sentimiento de culpa que le atormenta. Por otro lado, luego se conoce la versión de la criatura que, sin ser culpable de la inconsciencia de su creador, debe vagar solo sin encontrar consuelo ni compasión en ninguna persona sobre la tierra, condenado a una existencia vacía y marginal. Poder empatizar con los sentimientos de los dos personajes hace que la historia sea más profunda y enriquecedora que si nunca se entendieran, por ejemplo, los sentimientos de la criatura.

En definitiva, “Frankenstein” es un clásico de esos que, junto a otros como “Drácula” deseo leer cada cierto tiempo por el simple placer de su lectura aunque conozca bien la historia. Además, creo que es un libro que merece la pena tener en una edición bonita, por eso me compré la que tengo ahora, una especial de la editorial Austral que no resulta nada cara para su diseño sencillo pero precioso. Por supuesto, si no has leído este libro te tengo que pedir que lo hagas inmediatamente, aunque ya hayas visto mil películas sobre su trama o te conozcas la historia de memoria. ¡Saldrás ganando!.

Y tú ¿Has leído «Frankenstein»? ¿Qué opinas de este libro de Mary Shelley? ¿Cuáles son tus clásicos preferidos, y cuántas veces los has leído? Cuéntame…

6 comentarios en “«Frankenstein» de Mary Shelley: Un clásico que me encanta

  1. Saludos desde Venezuela. Este libro es uno de mis favoritos de todos los tiempos!! Lástima que el ejemplar que tenía en físico lo presté y nunca me lo devolvieron!! Es uno de esos libros que Hollywood ha retocado y desfigurado tanto en sus adaptaciones que la verdad es que muchas películas no son parecidas a la historia. Mucha gente aún cree que Frankenstein es el nombre del monstruo, por ejemplo, o que Víctor era un «científico loco» totalmente enajenado.
    Tu reseña es excelente y me uno a tú recomendación para que la gente lo lea. Por cierto sabes la historia tras la génesis de esta obra?? Cómo se reunieron Mary, su esposo y Lord Byron, entre otros escritores de la época para crear un relato de terror y Mary fue la única que logró terminarlo…

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